María Francisca de las Llagas Cornejo nació el 11de diciembre de 1874 en la ciudad de Quito – Ecuador,como alma privilegiada y predestinada por el Señor con
una vocación y carisma singulares, recibió el santo
bautismo el día de su nacimiento bajo el nombre de
Rosa Elena. Su madre, doña Natividad Pazmiño, mujer
piadosa, que pertenecía a la Tercera Orden Secular de
San Francisco, supo educarla solícitamente por sí misma
desde los primeros años, y luego, confiándola, a los
cinco años de edad, a la esmerada educación de las
Hermanas de la Caridad en el Colegio San Carlos, A los
diez años, la niña Rosa Elena, recibe fervorosamente la
Primera Comunión, acontecimiento que marcó su espíritu con la más ardiente devoción a la santísima Eucaristía. Más adelante aprende bordado y costura, lo cual le permite a la vez desarrollar sus especiales dotes manuales y artísticas y fomentar la piedad y devoción eucarísticas, cosiendo y bordando manteles de altar, velos y frontales. Al cumplir los 17 años, anhelosa de vivir su compromiso cristiano, ingresa en la Tercera Orden Seglar de San Francisco, en la que se distinguió por su fervor y la más fiel observancia de la Regla.
Su madre le había infundido desde muy temprana edad, la más entrañable devoción a la Santísima Virgen, la que iría cultivando a través de toda su vida, hasta convertirse en vivencia de total consagración Mariana: “Yo, María Francisca de las Llagas tomo a María Inmaculada por Medianera, Protectora, Madre y Maestra por todo el tiempo de mi vida”, escribió en 1920 en su cuadernito de propósitos espirituales. Quedó huérfana a los 19 años de edad, acogiéndose a la piedad y trabajo en las labores manuales con que atendía a su franciscana subsistencia. Ahondó cada vez más en las virtudes que caracterizaron su personalidad espiritual: desprendimiento de sí misma, decisión de entrega al servicio del Dios altísimo, vivencia intensa de fe y amor al Señor Jesús del Evangelio y de la Eucaristía y a su Madre la Virgen
María. Emitió sus votos religiosos temporales en 1902 en compañía de cuatro Hermanas que habían perseverado del grupo de Noviciado, así dio comienzo a su vida regular, en la que María Francisca de las Llagas se distinguía por su fidelidad a la Regla y Constituciones, por su trabajo y abnegación, por su acendrada fe y devoción a la Santísima Eucaristía, por la fortaleza y entereza de espíritu para sobrellevar con verdadera alegría espiritual, auténticamente franciscana, las privaciones de una extremada pobreza. Como San Francisco experimenta la bienaventuranza de los verdaderamente pobres de espíritu que solo buscan la voluntad del Padre que está en los cielos y alcanzan a ver el Reino de Dios. El Señor le concedió 90 años de vida a través de los cuales no solamente hizo acopio de eximias virtudes, sino que en premio de ellas le concedió ver el fruto de
sus oraciones y sacrificios, la Congregación de Religiosas Franciscanas Misioneras de la Inmaculada es aprobada por el Santo Padre el bondadosísimo Juan XXIII, mediante el “Decretum Laudis” expedido el 27 de Abril de 1962.